viernes, 25 de marzo de 2011

HISTORIA ANTIGUA

Historia antigua

La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones o civilizaciones antiguas.

El concepto más tradicional de historia antigua presta atención al descubrimiento de la escritura, que convencionalmente la historiografía ha considerado el hito que permite marcar el final de la Prehistoria y el comienzo de la Historia, dada la primacía que otorga a las fuentes escritas frente a la cultura material, que estudia con su propio método la arqueología. Otras orientaciones procuran atender al sistema social o el nivel técnico. Recientemente, los estudios de genética de poblaciones basados en distintas técnicas de análisis comparativo de ADN y los estudios de antropología lingüística están llegando a reconstruir de un modo cada vez más preciso las migraciones antiguas y su herencia en las poblaciones actuales.

Sea cual fuere el criterio empleado, coincide que en tiempo y lugar unos y otros procesos cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño y diferentes en función a las aldeas neolíticas), la aparición del poder político (palacios, reyes), de las religiones organizadas (templos, sacerdotes), una compleja estratificación social, esfuerzos colectivos de gran envergadura que exigen prestaciones de trabajo obligatorio e impuestos, y el comercio de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución urbana»); nivel de desarrollo social que por primera vez se alcanzó en la Sumeria del IV milenio a. C., espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas a partir del sustrato neolítico que llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el «Creciente fértil». A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como invasiones) de pueblos vecinos (culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con términos de validez cuestionada, más propios de familias lingüísticas que de razas humanas: semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.

Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica (sucesivamente Mesopotamia, el valle del Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África); en algunas zonas especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aún no habrían abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna o contemporánea de la mano de las colonizaciones del siglo XVI al XIX.

Los pueblos cronológicamente contemporáneos a la Historia escrita del Mediterráneo Oriental pueden ser objeto de la Protohistoria, pues las fuentes escritas por romanos, griegos, fenicios, hebreos o egipcios, además de las fuentes arqueológicas, permiten hacerlo.

La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de la civilización grecorromana (siglo V a. C. al II d. C.) o en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al V d. C.). Se caracterizó por la definición de innovadores conceptos sociopolíticos: los de ciudadanía y de libertad personal, no para todos, sino para una minoría sostenida por el trabajo esclavo; a diferencia de los imperios fluviales del antiguo Egipto, Babilonia, India o China, para los que se definió la imprecisa categoría de «modo de producción asiático», caracterizadas por la existencia de un poder omnímodo en la cúspide del imperio y el pago de tributos por las comunidades campesinas sujetas a él, pero de condición social libre (pues aunque exista la esclavitud, no representa la fuerza de trabajo principal).4

El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano de Occidente (en el año 476; el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta 1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones. Por tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidos sólo para aquélla; mientras que la mayor parte de Asia y África, y con mucha más claridad América, son objeto en su historia de una periodización propia.

Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII, mientras que, la escuela "mutacionista" francesa la extiende hasta algún momento entre los siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia ponen el acento en cuestiones económicas (transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo III); políticas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde el siglo V); o ideológicas, religiosas (sustitución del paganismo politeísta por losmonoteísmos teocéntricos: el cristianismosiglo IV— y posteriormente el islamsiglo VII—), filosóficas (filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguoclásico— hacia el arte medievalpaleocristiano y prerrománico—).5

Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el de Alejandro Magno y elImperio romano), talasocracias (‘gobierno de los mares’) o rutas comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que realizar las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en contextos arqueológicos y antropológicos.

MESOPOTAMIA ANTIGUA

La desembocadura del Tigris y el Éufrates (los dos ríos —pótamos— en medio —meso— de los cuales se desarrolló este espacio de civilización) en la Baja Mesopotamia dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la zona de marismas que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del Golfo Pérsico (actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes —Shatt al-Arab—). La zona fue propicia (con la condición de mantener una gran capacidad de organización social para el trabajo colectivo en la construcción de obras hidráulicas como canalizaciones), regadío y drenajes, para el desarrollo de las ciudades estado sumerias

(Ur, Uruk, Eridú, Lagash).

Éstas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y desiertos circundantes (los del sur y oeste englobados por la historiografía en el amplio concepto étnico de SEMITAS y los del este en la zona irania donde se fue formando la civilización ELAMITA), así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (BABILONIA) y más al norte aún en la Alta Mesopotamia (NÍNIVE); fueron desarrollando las características constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado (super-

estructura político-ideológica): templo, clase sacerdotal y religión organizada, frontera, guerra territorial, ejército,propaganda, impuestos, burocracia, monarquía, construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el registro de la memoria en la escritura.

La dinámica del crecimiento territorial llevó a la formación de imperios, que en su pretensión de monopolizar el poder, se describían a sí mismos como un continuo espacial "entre el mar pequeño y el mar grande" (el Golfo Pérsico y el Mediterráneo), en enumeraciones más o menos fiables de pueblos anexionados, destruidos, dispersados, rechazados, sometidos, tributarios, o simplemente socios comerciales, aliados o contactos diplomáticos.

CIVILIZACIÓN,

Utilizando el término en un sentido restringido, es una sociedad compleja. Las civilizaciones se diferencian de las sociedades tribales basadas en el parentesco por el predominio del modo de vida urbano (la ciudad, que impone relaciones sociales más abiertas) y el SEDENTARISMO (que implica el desarrollo del patriarcado , la agricultura y a partir de ella el desarrollo económico con la división del trabajo, la comercialización de excedentes y, más tarde, la industrialización y la tercerización). Con pocas excepciones, las civilizaciones son históricas, es decir, utilizan la escritura para el registro de su legislación y su religión (aparecidas con el poder político -reyes, estados- y religioso -templos, clero-) y para la perpetuación de la memoria de su pasado (incluyendo la aparición de los conceptos de tiempo histórico y calendario).

Si se utiliza en un sentido amplio, civilización pasa a ser sinónimo de Cultura (englobando las visiones del mundo o ideologías, las creencias, los valores, las costumbres, las leyes e instituciones); que se suele aplicar con carácter más general.

SUMERIA (Sumer, Shumer o Shinar) (escrito en cuneiforme KI.EN.GI) es una región histórica del Oriente Medio que formaba la parte sur de la antigua Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris. La civilización sumeria está considerada como la primera y más antigua civilización del mundo. La procedencia de sus habitantes, los sumerios, es incierta y existen numerosas hipótesis: la más aceptada hoy en día es la que argumenta que no hubo una ruptura cultural con el período de Uruk y que por lo tanto no tuvieron que ver factores externos, como podían ser invasiones o migraciones de otros territorios lejanos.

El término "sumerio" también se aplica a todos los hablantes de la lengua sumeria. En la lengua sumeria esta región era denominada Kengi (ki), equivalente al acadio mat Sumeri, esto es, la «tierra de Súmer» (Senaar).

Babilonia

Babilonia fue una antigua ciudad de la baja Mesopotamia. Ganó su independencia durante la Edad Oscura, tras lo cual se convirtió en capital de un vasto imperio bajo el mandato de Hammurabi (siglo XVIII a. C.). Desde entonces se convirtió en un gran centro religioso y cultural. Aún en época helenística, ya despojada de su segundo imperio y caída en desgracia frente a otras grandes ciudades como Persépolis, Alejandro Magno quiso convertirla en su capital.1 En el año 312 a. C. Seleuco I Nicátor trasladó la capitalidad del imperio Seléucida a Seleucia, aposentada sobre el río Tigris y no sobre el Éufrates por rapidez de las nuevas vías comerciales. Los babilonios fueron invitados a mudar sus residencias. Para entonces la ciudad había entrado en franca decadencia, siendo abandonada por la mayoría de sus habitantes poco después. A pesar de ello se les permitió quedarse a los sacerdotes de Bēl -relacionados con el templo de Año Nuevo-, y la ciudad funcionó como residencia real durante la ocupación parta.


Mesopotamia
Las primeras civilizaciones
Las ciudades y los dioses

En un diccionario de 1867, en la voz "Mesopotamia" hallamos la siguiente observación: "Este país conoció su apogeo durante los dominios asirio y babilónico. Con los árabes, fue sede de los califas y alcanzó un nuevo periodo de esplendor. Su decadencia comenzó con las invasiones de los seleucidas , de los tártaros y de los turcos y, en nuestros días, es un desierto en gran parte deshabitado". (Los seleucitas del s.V d.C. eran descendientes de Seleuco, uno de los generales y heredero de parte del imperio persa conquistado por Alejandro Magno (siglo IV a. C) .Asiria, el antiguo país de Asur, se extendía al norte del Tigris, y Babilonia, el antiguo reino de Sumer y Acad, lo hacía hacia el sur, entre el Éufrates y el Tigris, hasta las aguas del Golfo Pérsico. El imperio asirio, como veremos en otro lugar de esta historia, llegó a comprender toda Mesopotamia y se extendió hasta Anatolia y las tierras palestinas del Mediterráneo.

Pre sumerios, sumerios y semitas se fundieron en el proceso formativo de la cultura mesopotámica durante los milenios IV y III antes de nuestra era. Los sumerios se habían establecido en la Baja Mesopotamia desde el V milenio, dando lugar a la sociedad acadia, y los semitas llegaron un milenio después a la alta Mesopotamia. En el periodo comprendido entre la revolución urbana y la formación del imperio persa, avanzado el primer milenio anterior a la era cristiana, el espacio comprendido entre Anatolia y el Golfo Pérsico fue una zona de enorme prosperidad rodeada de una periferia más atrasada que se sentía atraída por su riqueza y que aprovecharon, en ocasiones, el sedentarismo de los pobladores de la zona o sus problemas sociales o económicos para instalarse en ellas e incluso acabar con algunos de aquellos estados. Tal fue la crisis de la llamada segunda urbanización entre los años 2300 y 2000 a. C., cuando los pueblos nómadas de origen indoeuropeo, dueños de una metalurgia muy avanzada, acabaron con las exhaustas culturas urbanas egeo-anatólicas e iranias del bronce antiguo.

La herencia de los pueblos antiguos de Oriente Medio pasó primero al mundo heleno conquistado por Alejandro Magno (siglo IV a. C.), desde donde se difundió al oriente cristiano y al imperio iranio, para después pasar al mundo islámico. Pero aunque la antigüedad grecorromana recibió influencias del mundo oriental, la influencia se extendió por latitudes diferentes a las europeas, fue el Oriente Antiguo el que influyó en Oriente Próximo. Y aunque sus avances técnicos: matemáticas, astronomía, sistemas estándar de pesos y medidas, la escritura y los diferentes alfabetos hasta el alfabeto fonético fenicio de Ugarit, la invención de la rueda, la domesticación del caballo, el carro ligero de combate, los panteones y las novedades aplicadas a palacios, templos y fortalezas; fue el poder político, en permanente lucha por controlar recursos, el que dio lugar a la formación de estados y esta fue la aportación esencial del Oriente Antiguo.

Durante el periodo Uruk, Palestina y Anatolia permanecieron al margen de los acontecimientos de Mesopotamia. Aunque algunos asentamientos, como los de Jericó y Chatal Huyuk, también tenían algunas características de ciudades, la decisiva transición de poblado a ciudad se produjo a partir del 4300 a.C., durante un periodo de unos 800 años, del que, desgraciadamente, apenas ha quedado alguna información. Las primeras ciudades, catalogadas como tales, crecieron en la baja Mesopotamia, área del sur ocupada por los sumerios y acadios, durante el IV milenio antes de nuestra era, el periodo "Uruk final". Durante la mayor parte del III milenio, periodo "Dinástico Inferior", coexistieron numerosas ciudades-estado, que finalmente fueron unificadas por el rey Sargón I de Akkad, región al nordeste de Sumer, en el año 2300 a. C.

Sumer y Akkad no eran países en el sentido moderno del término, sino que estaban formados por varias ciudades-estado, cada una de las cuales constituía una unidad política en si misma y tenía su propio soberano. Al parecer, en Sumer, la mayor parte de sus habitantes hablaba sumerio, lengua sin parentesco alguno con otras lenguas conocidas. En el norte, la mayoría de los habitantes hablaba acadio, antecesor del babilonio y el asirio, y emparentado con el árabe. Cada ciudad tenía un dios protector, y sus templos, con grandes almacenes y viviendas, en las que habitaba un importante séquito humano que tenía, además de la función religiosa, la de administración de las grandes propiedades agropecuarias que poseían. La creciente complejidad de los registros del templo dio lugar a las primeras fórmulas escritas; las primeras planchas de arcilla pictográfica, procedentes de Uruk, se remontan al año 3100 a. C

De forma gradual, se desarrolló una escritura silábica, la literatura sumeria más antigua data del año 2500 a. C. Sin embargo, la mayor parte de la población era analfabeta y eran solo los escribas los que, tras un largo periodo de aprendizaje en los templos, escuelas de aprendizaje, dominaban y desarrollaban aquella habilidad. Nosotros debemos a la práctica de la copia de documentos, en tales establecimientos, el conocimiento de las tradiciones de estas primeras ciudades que fueron recogidas en textos acadios posteriores.

Gilgamesh Autor de la primera versión del Diluvio.

El arca de Noé. Algunos relatos, como la Historia del Diluvio, de Gilgamesh, los hallamos, con posterioridad, en alguna leyenda hebrea y otros aparecen en la mitología clásica. Se sabe muy poco sobre la organización social secular de estas primeras ciudades, pero sabemos que había esclavos y que la monarquía era dinástica, los reyes o dinastías que se mencionan en la Lista de los Reyes Sumerios se remontan a tiempos del Diluvio, a mediados del tercer milenio. El ejemplar más antiguo que se conserva de éste documento data del tercer milenio anterior a nuestra era; a continuación de las palabras "Tras descender el reinado del cielo, Eridu (un dios) se convirtió en reino", el texto enumeraba las cuatro dinastías siguientes de las ciudades de Bab-tibira, Larak, Sippar y Shuruppak, cuyo soberano era Ubar-tutu, todos estos datos se resumían del siguiente modo: "cinco ciudades, ocho reyes (dinastías) reinaron durante 241200 años (¿?). Luego el Diluvio barrió (la tierra)". Una leyenda posterior hacía de Ubar-tutu el padre de Ziusundra o Up-napishtim, el Noé de la versión bíblica, que según el legendario Gilgamesh, construyó una nave siguiendo los consejos del dios Enki y así sobrevivió al diluvio desencadenado por los dioses para destruir la humanidad.

La suerte de aquellas ciudades experimentaba altos y bajos, pero Nippur y Kish siempre conservaron un cierto predominio cultural. Al sur de Mesopotamia, las ciudades de mayor predominio en la región siempre fueron Ur y Lagash que competían continuamente con Umma, su vecino del norte.

La urbanización pronto se extendió hasta el norte, hacia tierras ocupadas por los semitas, la alta Mesopotamia, área de lluvias abundantes. Ciudades como Niníve, y Tepe Gawra, Tutub, Mari en el Éufrates y Susa en la región occidental de Persia, muestran muchas conexiones con las ciudades meridionales. En lugares más alejados, procesos paralelos de aumento de población y expansión agrícola tuvieron como resultado la aparición de ciudades en el Valle del Nilo, la llanura del Indo y la China septentrional. Al cabo de dos mil años la ciudad era una característica establecida en numerosas regiones de Eurasia, marcando un avance importante ulterior hacia el mundo moderno.

Las ciudades palacio

Al norte de Mesopotamia (Anatolia) y la región de Levante, entre los años 2500 y 1500 a.C., aparecieron varias ciudades estado, en principio colonias de Sumer, que compitieron entre si por la supremacía económica y política. Los yacimientos más importantes proceden de las ciudades de Mari y Ebla. En el centro de cada ciudad se alzaba un complejo de palacios y templos rodeados de viviendas privadas.

La ciudad estaba rodeada de murallas de ladrillos de barro o por terraplenes de tierra cocida. Ebla se extendía sobre una superficie de 50 hectáreas y Mari sobre unas 100 Ha.; así como, Hazor y Qatna, en el Levante, abarcaban unas 70 hectáreas. Se calcula que Hazor tenía una población, en el siglo XVIII a.C., de unos 25000 habitantes. En Mari y Ebla se encontraron unas 17000 tablillas de arcilla con datos comerciales y sobre costumbres de la región. Se sabía que el producto de mayor exportación eran los tejidos y que se disponía de grandes cantidades de oro y plata fruto de los tributos de las ciudades menores bajo su dominio. Se conoció su forma de controlar la extensión de enfermedades, las persecuciones de esclavos evadidos y los impuestos con se gravaban los transportes por el Éufrates. También se supo de la importancia que las mujeres reales tenían en las funciones de administración de palacio que guardaban las llaves de muchos almacenes y tenían poder sobre oficiales destacados y controlaban las actividades de los artesanos que, generalmente, trabajaban fuera de palacio, alcanzando un alto nivel en el trabajo de los metales, la piedra y el marfil.

Los dioses en Oriente Medio

En Mesopotamia se sucedieron las religiones igual que se sucedieron distintas culturas. Las religiones estatales, con sus templos, reyes, festividades anuales, se caracterizaban por sus mitologías, consistentes en historias épicas de las victorias rituales de sus reyes divinos. De estas religiones y de las de Egipto surgiría la preocupación judía por la patria y por el monoteísmo ético.

Los nombres de los dioses variaban según la ciudad, eran básicamente elementos de la naturaleza divinizados: el sol, la luna, el viento, los alimentos o la cosecha. Se les investía de atributos, sentimientos y actividades propias de los humanos e interactuaban basándose en sus mismas relaciones sociales. Por ejemplo Enlil, el "señor del viento" que enviaba vientos húmedos en primavera para la siembra, era el dios de la azada. Vivía en el templo de Nippur y la ciudad era el hogar de su hijo Ninurta, "señor del arado". Los templos, casas de los dioses y centro de culto, en su origen fueron grandes almacenes agrícolas, en una dependencia anexa se celebraban el servicio diario de la ciudad ante el dios y las festividades anuales de los dioses para regenerar la vida de las tierras, la ciudad, las personas y los animales. "Akitu" era la festividad de Año Nuevo de los sumerios que coincidía con el inicio de la primavera. Fue una de las festividades más antiguas y perduró durante milenios.

Durante el reinado de Sargón I, el imperio alcanzó un periodo álgido (2371 - 2230 ane.) y se extendió hasta el Mediterráneo. De aquella época data el himno religioso escrito por la hija del rey Sargón, Enheduanna, también data de entonces el poema de la "Epopeya de Gilgamesh", un rey y semidiós cruel que realizó grandes hazañas, ubicado en el año 2600 a. C . La epopeya narra su encuentro con Utnapishtim (el Noé de la Biblia), el único superviviente de la gran inundación, quien le habla de "El Diluvio" y le dice donde crece el árbol de la vida. Gilgamesh prosigue en busca del árbol, pero cuando lo encuentra le es arrebatado por la serpiente. Esta historia, todavía se explicaba en Asiria más de mil años después y a ella se debe su versión en la Biblia.

Al rey más importante de de la primera dinastía de Babilonia, Hammurabi (1972 a.C. ), se debe el que la ciudad se convirtiera en un gran centro religioso. Construyó varios templos y, recopilando tradiciones y costumbres antiguas, promulgó un código con 282 leyes, recibidas del dios del Sol , Samash (dios que administraba justicia), junto con el cetro y el anillo, símbolos de justicia. Las leyes se escribieron en una columna de piedra, claro antecedente de las tablas de la Ley de Moisés (los hebreos copiaron toda la escenografía, siglos después).
Estas leyes influyeron en las civilizaciones del Oriente Próximo hasta después de que los hititas acabaran con esta primera civilización de Babilonia, en el año 1595 a.C., y fueron adaptadas por los textos bíblicos.

La religión asiria tenía a Asur por el "dios de los dioses" que moraba en la ciudad de Asur. Un grupo de mujeres extáticas (de éxtasis) servían a la diosa Ishtar, la diosa de la batalla y el amor, un precedente de la Afrodita griega o de la Venus romana (solo diosas del amor, ya que el dios Ares, el posterior Marte romano, se reservaba lo de la guerra). Ninurta, que pasó a ser hijo de Asur, fue dios de la caza y de la guerra. Samash y Adad (Baal), dios de las tormentas, presidían la adivinación. Sin, el dios lunar, residía Harran y tomó gran importancia hacia final del imperio asirio. Nin, fue también la diosa Luna, de ahí el nombre de Nínive para una de las ciudades asirias más importantes. El rey era el representante de Asur en la Tierra y el sumo sacerdote. Todos estos y demás cultos requerían el mantenimiento de grandes templos, sacerdocios y "alimentos para los dioses" y los archivos mostraban la necesidad de grandes partidas en el presupuesto real para el desempeño de tales actividades.

Como decíamos, en aquellas lejanas épocas se adoraba a cientos de dioses que cobraban importancia en función de la pujanza de cada etnia, región o ciudad. En general existía una gran tolerancia religiosa. Marduk y Asur fueron dos deidades que se fueron imponiendo al resto, debido a la creciente influencia alcanzada por Babilonia y Asiria. Los dioses tomaban con frecuencia forma humana y se comportaban como tales. Esta facultad divina se extendió al mundo grecorromano y el clímax fue alcanzado con la llegada a este mundo del Mesías de los cristianos, nuestro bendito Jesús de Nazaret, hijo del único Dios verdadero. Al lado de los dioses había numerosos dioses sobrenaturales, buenos y malos, espíritus y espectros, etc., que solían combinar características humanas y animales; los animales fueron eliminados del reino divino por las religiones modernas, no sabemos porqué. La adivinación y la astrología empezaron siendo servicios al rey, y revelaban el destino del Estado, no del individuo. Nabú, hijo de Marduk, era el dios de los escribas y de la biblioteca de cada ciudad, así como de la administración.

En la Persia del siglo VI y más tarde en el imperio Parto destacó la visión profética de Zaratustra (Zoroastro - año 1000 a. C.) con su sentido del conflicto cósmico entre el bien y el mal y la necesidad de elegir entre lo que dio en conocerse como Dios y el Demonio. Los profetas hebreos, Isaías y Jeremías, siguieron esta línea profética de concepción monoteísta y la elección ética de un único Dios "el Bien" y de un único "Mal", el Demonio, se transmitió a las tradiciones cristiana y musulmana.


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